Nocturno de Chile / By Night in Chile

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Una imprescindible y escalofriante novela donde el talento del autor de 2666 y Los detectives salvajes brilla en todo su esplendor.

Sebastián Urrutia Lacroix, sacerdote y crítico literario, miembro del Opus Dei y poeta mediocre, convencido de que está a punto de morir, revisa en una sola noche de fiebre alta los momentos y personajes más importantes de su vida.

Pero a medida que la noche avanza su fiebre va remitiendo y el delirio se atenúa con la aparición de los monstruos de su pasado. Así van desfilando por el libro una serie de personajes pintados con el surrealismo típico de Bolaño: los ambiguos Oido y Odeim; un pintor guatemalteco que se deja morir de inanición en el París de 1943; Farewell, el pope de la crítica literaria chilena; María Canales, una mujer misteriosa en cuya casona de las afueras se reúne lo más granado de la literatura; y el general Pinochet, a quien Urrutia Lacroix dio clases de marxismo.
Roberto Bolaño nació en Santiago, Chile, en 1953. Pasó gran parte de su vida en México y en España, donde murió a la edad de cincuenta años. Es autor de numerosas obras de ficción, no ficción y poesía. Su libro Los detectives salvajes ganó el Premio Rómulo Gallegos de Novela y fue uno de los Mejores Libros del 2007 para The Washington Post, Los Angeles Times y The New York Times Book Review. En 2008, recibió póstumamente el Premio de Ficción del National Book Critics Circle por 2666.
Nocturno de Chile

Ahora me muero, pero tengo muchas

cosas que decir todavia. Estaba en paz conmigo mismo. Mudo y

en paz. Pero de improviso surgieron las cosas. Ese joven

envejecido es el culpable. Yo estaba en paz. Ahora no estoy en

paz. Hay que aclarar algunos puntos. Asi que me apoyare en un

codo y levantare la cabeza, mi noble cabeza temblorosa, y

rebuscare en el rincon de los recuerdos aquellos actos que me

justifican y que por lo tanto desdicen las infamias que el joven

envejecido ha esparcido en mi descredito en una sola noche

relampagueante. Mi pretendido descredito. Hay que ser

responsable. Eso lo he dicho toda mi vida. Uno tiene la obligacion

moral de ser responsable de sus actos y tambien de sus palabras

e incluso de sus silencios, si, de sus silencios, porque tambien los

silencios ascienden al cielo y los oye Dios y solo Dios los

comprende y los juzga, asi que mucho cuidado con los silencios.

Yo soy responsable de todo. Mis silencios son inmaculados. Que

quede claro. Pero sobre todo que le quede claro a Dios. Lo

demas es prescindible. Dios no. No se de que estoy hablando. A

veces me sorprendo a mi mismo apoyado en un codo. Divago y

sueno y procuro estar en paz conmigo mismo. Pero a veces hasta

de mi propio nombre me olvido. Me Ilamo Sebastian Urrutia

Lacroix. Soy chileno. Mis ancestros, por parte de padre, eran

originarios de las Vascongadas o del Pais Vasco o de Euskadi,

como se dice hoy. Por parte de madre provengo de las dulces

tierras de Francia, de una aldea cuyo nombre en espanol significa

Hombre en tierra u Hombre a pie, mi frances, en estas postreras

horas, ya no es tan bueno como antes. Pero aun tengo fuerzas

para recordar y para responder a los agravios de ese joven

envejecido que de pronto ha Ilegado a la puerta de mi casa y sin

mediar provocacion y sin venir a cuento me ha insultado. Eso que

quede claro. Yo no busco la confrontacion, nunca la he buscado,

yo busco la paz, la responsabilidad de los actos y de las palabras

y de los silencios. Soy un hombre razonable. Siempre he sido un

hombre razonable. A los trece anos senti la Ilamada de Dios y

quise entrar en el seminario. Mi padre se opuso. No con excesiva

determinacion, pero se opuso. Aun recuerdo su sombra

deslizandose por las habitaciones de nuestra casa, como si se

tratara de la sombra de una comadreja o de una anguila. Y

recuerdo, no se como, pero lo cierto es que recuerdo mi sonrisa

en medio de la oscuridad, la sonrisa del nino que fui. Y recuerdo

un gobelino en donde se representaba una escena de caza. Y un

plato de metal en donde se representaba una cena con todos los

ornamentos que el caso requiere. Y mi sonrisa y mis temblores. Y

un ano despues, a la edad de catorce, entre en el seminario, y

cuando sali, al cabo de mucho tiempo, mi madre me beso la mano

y me dijo padre o yo crei entender que me Ilamaba padre y ante

mi asombro y mis protestas (no me Ilame padre, madre, yo soy

su hijo, le dije, o tal vez no le dije su hijo sino el hijo) ella se puso

a Ilorar o pusose a Ilorar y yo entonces pense, o tal vez solo lo

pienso ahora, que la vida es una sucesion de equivocos que nos

conducen a la verdad final, la unica verdad. Y poco antes o poco

despues, es decir dias antes de ser ordenado sacerdote o dias

despues de tomar los santos votos, conoci a Farewell, al famoso

Farewell, no recuerdo con exactitud donde, probablemente en su

casa, acudi a su casa, aunque tambien puede que peregrinara a su

oficina en el diario o puede que lo viera por primera vez en el club

del que era miembro, una tarde melancolica como muchas tardes

de abril en Santiago, aunque en mi espiritu cantaban los pajaros y

florecian los retonos, como dice el clasico, y alli estaba Farewell,

alto, un metro ochenta aunque a mi me parecio de dos metros,

vestido con un terno gris de buen pano ingles, zapatos hechos a

mano, corbata de seda, camisa blanca impoluta como mi propia

ilusion, mancuernas de oro, y un alfiler en donde distingui unos

signos que no quise interpretar pero cuyo significado no se me

escapo en modo alguno, y Farewell me hizo sentarme a su lado,

muy cerca de el, o tal vez antes me Ilevo a su biblioteca o a la

biblioteca del club, y mientras mirabamos los lomos de los libros

empezo a carraspear, y es posible que mientras carraspeaba me

mirara de reojo aunque no lo puedo asegurar pues yo no quitaba

la vista de los libros, y entonces dijo algo que no entendi o que mi

memoria ya olvido, y luego nos volvimos a sentar, el en un sillon,

yo en una silla, y hablamos de los libros cuyos lomos acababamos

de ver y acariciar, mis dedos frescos de joven recien salido del

seminario, los dedos de Farewell gruesos y ya algo deformes

como correspondia a un anciano tan alto, y hablamos de los libros

y de los autores de esos libros y la voz de Farewell era como la

voz de una gran ave de presa que sobrevuela rios y montanas y

valles y desfiladeros, siempre con la expresion justa, la frase que

se cenia como un guante a su pensamiento, y cuando yo le dije,

con la ingenuidad de un pajarillo, que deseaba ser critico literario,

que deseaba seguir la senda abierta por el, que nada habia en la

tierra que colmara mas mis deseos que leer y expresar en voz

alta, con buena prosa, el resultado de mis lecturas, ah, cuando le

dije eso Farewell sonrio y me puso la mano en el hombro (una

mano que pesaba tanto o mas que si estuviera ornada por un

guantelete de hierro) y busco mis ojos y dijo que la senda no era

facil. En este pais de barbaros, dijo, ese camino no es de rosas.

En este pais de duenos de fundo, dijo, la literatura es una rareza y

carece de merito el saber leer. Y como yo, por timidez, nada le

respondiera, me pregunto acercando su rostro al mio si algo me

habia molestado u ofendido. ÀNo seran usted o su padre duenos

de fundo? No, dije. Pues yo si, dijo Farewell, tengo un fundo

cerca de Chillan, con una pequena vina que no da malos vinos.

Acto seguido procedio a invitarme para el siguiente fin de semana

a su fundo, que se Ilamaba como uno de los libros de Huysmans,

ya no recuerdo cual, puede que A rebours o La-bas e incluso

puede que se Ilamara L'oblat, mi memoria ya no es lo que era,

creo que se Ilamaba La-bas, y su vino tambien se Ilamaba asi, y

despues de invitarme Farewell se quedo callado aunque sus ojos

azules permanecieron fijos en los mios, y yo tambien me quede

callado y no pude sostener la mirada escrutadora de Farewell,

baje los ojos humildemente, como un pajarillo herido, e imagine

ese fundo en donde la literatura si que era un camino de rosas y

en donde el saber leer no carecia de merito y en donde el gusto

primaba por encima de las necesidades y obligaciones practicas,

y luego levante la mirada y mis ojos de seminarista se encontraron

con los ojos de halcon de Farewell y asenti varias veces, dije que

iria, que era un honor pasar un fin de semana en el fundo del

mayor critico literario de Chile. Y cuando Ilego el dia senalado

todo en mi alma era confusion e incertidumbre, no sabia que ropa

ponerme, si la sotana o ropa de seglar, y si me decidia por la ropa

de seglar no sabia cual escoger, y si me decidia por la sotana me

asaltaban dudas acerca de como iba a ser recibido. Tampoco

sabia que libros Ilevar para leer en el tren de ida y de vuelta, tal

vez una Historia de Italia para el viaje de ida, tal vez la Antologia

de poesia chilena de Farewell para el viaje de vuelta. O tal vez al

reves. Y tampoco sabia que escritores (porque Farewell siempre

tenia escritores invitados en su fundo) me iba a encontrar en

La-bas, tal vez al poeta Uribarrena, autor de esplendidos sonetos

de preocupacion religiosa, tal vez a Montoya Eyzaguirre, fino

estilista de prosas breves, tal vez a Baldomero Lizamendi

Errazuriz, historiador consagrado y rotundo. Los tres eran amigos

de Farewell. Pero en realidad Farewell tenia tantos amigos y

enemigos que resultaba vano hacerse cabalas al respecto.

Cuando Ilego el dia senalado parti de la estacion con el alma

compungida y al mismo tiempo dispuesto para cualquier trago

amargo que Dios tuviera a bien infligirme. Como si fuera hoy

(mejor que si fuera hoy) recuerdo el campo chileno y las vacas

chilenas con sus manchas negras (o blancas, depende) pastando a

lo largo de la via ferrea. Por momentos el traqueteo del tren

conseguia adormecerme. Cerraba los ojos. Los cerraba tal como

ahora los cierro. Pero de golpe los volvia a abrir y alli estaba el

paisaje, variado, rico, por momentos enfervorizador y por

momentos melancolico. Cuando el tren Ilego a Chillan tome un

taxi que me dejo en una aldea Ilamada Querquen. En algo asi

como la plaza principal (no me atrevo a Ilamarla Plaza de Armas)

de Querquen, vacia de todo atisbo de personas. Pague al taxista,

baje con mi maleta, vi el panorama que me rodeaba y cuando ya

me volvia otra vez con la intencion de preguntarle algo al taxista o

de volver a subir al taxi y emprender el retorno apresurado a

Chillan y luego a Santiago, el auto se alejo de improviso, como si

esa soledad que algo tenia de ominosa hubiera despertado en el

conductor miedos atavicos. Por un momento yo tambien senti

miedo. Triste figura debi de componer parado en ese desamparo,

con mi maleta del seminario y con la Antologia de Farewell sujeta

en la mano. De detras de una arboleda volaron algunos pajaros.

Parecian chillar el nombre de esa aldea perdida, Querquen, pero

tambien parecian decir quien, quien, quien. Premuroso, rece una

oracion y me encamine hacia un banco de madera, para

componer una figura mas acorde con lo que yo era o con lo que

yo en aquel tiempo creia ser. Virgen Maria, no desampares a tu

siervo, murmure, mientras los pajaros negros de unos veinticinco

centimetros de alzada decian quien, quien, quien, Virgen de

Lourdes, no desampares a tu pobre clerigo, murmure, mientras

otros pajaros, marrones o mas bien amarronados, con el pecho

blanco, de unos diez centimetros de alzada, chillaban mas bajito

quien, quien, quien, Virgen de los Dolores, Virgen de la Lucidez,

Virgen de la Poesia, no dejes a la intemperie a tu servidor,

murmure, mientras unos pajaros minusculos, de colores magenta y

negro y fucsia y amarillo y azul ululaban quien, quien, quien, al

tiempo que un viento frio se levantaba de improviso helandome

hasta los huesos. Entonces, por el fondo de la calle de tierra, vi

una especie de tilburi o de cabriolet o de carroza tirada por dos

caballos, uno bayo y el otro pinto, que venia hacia donde yo

estaba, y que se recortaba contra el horizonte con una estampa

que no puedo sino definir como demoledora, como si aquel

carricoche fuera a buscar a alguien para Ilevarlo al infierno.

Cuando estuvo a pocos metros de mi, el conductor, un

campesino que pese al frio solo Ilevaba una blusa y una

chaquetilla sin mangas, me pregunto si yo era el senor Urrutia

Lacroix. No solo pronuncio mal mi segundo apellido sino tambien

el primero. Dije que si, que yo era quien el buscaba. Entonces el

campesino se bajo sin decir una palabra, puso mi maleta en la

parte trasera del carruaje y me invito a subir a su lado.

Desconfiado, y aterido por el viento gelido que bajaba de los

faldeos cordilleranos, le pregunte si venia del fundo del senor

Farewell. De alli no vengo, dijo el campesino. ÀNo viene de

La-bas?, dije mientras me castaneteaban los dientes. De alli si

vengo, pero a ese senor no lo conozco, respondio esa alma de

Dios. Comprendi entonces lo que debia haber sido obvio.

Farewell era el seudonimo de nuestro critico. Intente recordar su

nombre. Sabia que su primer apellido era Gonzalez pero no me

acordaba del segundo y durante unos instantes me debati entre

decir que yo era un invitado del senor Gonzalez, asi sin mayores

explicaciones, o callar. Opte por callar. Me apoye en el pescante

y cerre los ojos. El campesino me pregunto si me sentia mal. Oi

su voz, no mas alta que un susurro que el viento se Ilevo

enseguida, y justo entonces pude recordar el segundo apellido de

Farewell: Lamarca. Soy un invitado del senor Gonzalez Lamarca,

exhale en un suspiro de alivio. El senor lo esta esperando, dijo el

campesino. Cuando dejamos atras Querquen y sus pajaros lo

senti como un triunfo. En La-bas me esperaba Farewell junto a un

joven poeta cuyo nombre me era desconocido. Ambos estaban

en el living, aunque Ilamar living a aquella sala era un pecado, mas

bien se asemejaba a una biblioteca y a un pabellon de caza, con

muchas estanterias Ilenas de enciclopedias y diccionarios y

souvenirs que Farewell habia comprado en sus viajes por Europa

y el norte de Africa, amen de por lo menos una docena de

cabezas disecadas, entre ellas la de una pareja de pumas que el

padre de Farewell habia cazado personalmente. Hablaban, como

era de suponer, de poesia, y aunque cuando yo Ilegue

suspendieron el dialogo, no tardaron, tras mi acomodo en una

habitacion del segundo piso, en retomarlo. Recuerdo que aunque

tuve ganas de participar, tal como amablemente se me invito a

hacer, opte por el silencio. Ademas de interesarme por la critica

yo tambien escribia poemas e intui que enfrascarme en la alegre y

bulliciosa discusion de Farewell y el joven poeta seria como

navegar en aguas procelosas. Recuerdo que bebimos conac y

recuerdo que en algun momento, mientras revisaba los

mamotretos de la biblioteca de Farewell, me senti profundamente

desdichado. Cada cierto tiempo Farewell se reia con sonoridad

excesiva. Cada vez que prorrumpia en una de esas risotadas yo lo

miraba de reojo. Parecia el dios Pan, o Baco en su madriguera, o

algun demente conquistador espanol enquistado en su fortin del

sur. El joven bardo, por el contrario, tenia una risa delgada como

el alambre y como el alambre nerviosa, y su risa siempre iba

detras de la gran risa de Farewell, como una libelula detras de una

culebra. En algun momento Farewell anuncio que esperabamos

invitados para la comida de esa noche. Yo incline la cerviz y

aguce el oido, pero nuestro anfitrion quiso reservarse la sorpresa.

Mas tarde sali a dar un paseo por los jardines del fundo. Creo

que me perdi.
“Un maravilloso torrente de emoción, una meditación histórica brillante, una fantasía cautivadora. Nocturno de Chile es uno de esos raros y auténticos prodigios: una novela contemporánea destinada a ocupar para siempre un lugar en la literatura universal”. —Susan Sontag

“La posguerra chilena y la literatura imbuyen esta inteligente y ricamente evocadora novela. La narrativa febril de Bolaño y sus ocasionales toque surrealistas nos recuerdan a los clásicos latinoamericanos del Realismo Mágico”. —The New York Times

About

Una imprescindible y escalofriante novela donde el talento del autor de 2666 y Los detectives salvajes brilla en todo su esplendor.

Sebastián Urrutia Lacroix, sacerdote y crítico literario, miembro del Opus Dei y poeta mediocre, convencido de que está a punto de morir, revisa en una sola noche de fiebre alta los momentos y personajes más importantes de su vida.

Pero a medida que la noche avanza su fiebre va remitiendo y el delirio se atenúa con la aparición de los monstruos de su pasado. Así van desfilando por el libro una serie de personajes pintados con el surrealismo típico de Bolaño: los ambiguos Oido y Odeim; un pintor guatemalteco que se deja morir de inanición en el París de 1943; Farewell, el pope de la crítica literaria chilena; María Canales, una mujer misteriosa en cuya casona de las afueras se reúne lo más granado de la literatura; y el general Pinochet, a quien Urrutia Lacroix dio clases de marxismo.

Author

Roberto Bolaño nació en Santiago, Chile, en 1953. Pasó gran parte de su vida en México y en España, donde murió a la edad de cincuenta años. Es autor de numerosas obras de ficción, no ficción y poesía. Su libro Los detectives salvajes ganó el Premio Rómulo Gallegos de Novela y fue uno de los Mejores Libros del 2007 para The Washington Post, Los Angeles Times y The New York Times Book Review. En 2008, recibió póstumamente el Premio de Ficción del National Book Critics Circle por 2666.

Excerpt

Nocturno de Chile

Ahora me muero, pero tengo muchas

cosas que decir todavia. Estaba en paz conmigo mismo. Mudo y

en paz. Pero de improviso surgieron las cosas. Ese joven

envejecido es el culpable. Yo estaba en paz. Ahora no estoy en

paz. Hay que aclarar algunos puntos. Asi que me apoyare en un

codo y levantare la cabeza, mi noble cabeza temblorosa, y

rebuscare en el rincon de los recuerdos aquellos actos que me

justifican y que por lo tanto desdicen las infamias que el joven

envejecido ha esparcido en mi descredito en una sola noche

relampagueante. Mi pretendido descredito. Hay que ser

responsable. Eso lo he dicho toda mi vida. Uno tiene la obligacion

moral de ser responsable de sus actos y tambien de sus palabras

e incluso de sus silencios, si, de sus silencios, porque tambien los

silencios ascienden al cielo y los oye Dios y solo Dios los

comprende y los juzga, asi que mucho cuidado con los silencios.

Yo soy responsable de todo. Mis silencios son inmaculados. Que

quede claro. Pero sobre todo que le quede claro a Dios. Lo

demas es prescindible. Dios no. No se de que estoy hablando. A

veces me sorprendo a mi mismo apoyado en un codo. Divago y

sueno y procuro estar en paz conmigo mismo. Pero a veces hasta

de mi propio nombre me olvido. Me Ilamo Sebastian Urrutia

Lacroix. Soy chileno. Mis ancestros, por parte de padre, eran

originarios de las Vascongadas o del Pais Vasco o de Euskadi,

como se dice hoy. Por parte de madre provengo de las dulces

tierras de Francia, de una aldea cuyo nombre en espanol significa

Hombre en tierra u Hombre a pie, mi frances, en estas postreras

horas, ya no es tan bueno como antes. Pero aun tengo fuerzas

para recordar y para responder a los agravios de ese joven

envejecido que de pronto ha Ilegado a la puerta de mi casa y sin

mediar provocacion y sin venir a cuento me ha insultado. Eso que

quede claro. Yo no busco la confrontacion, nunca la he buscado,

yo busco la paz, la responsabilidad de los actos y de las palabras

y de los silencios. Soy un hombre razonable. Siempre he sido un

hombre razonable. A los trece anos senti la Ilamada de Dios y

quise entrar en el seminario. Mi padre se opuso. No con excesiva

determinacion, pero se opuso. Aun recuerdo su sombra

deslizandose por las habitaciones de nuestra casa, como si se

tratara de la sombra de una comadreja o de una anguila. Y

recuerdo, no se como, pero lo cierto es que recuerdo mi sonrisa

en medio de la oscuridad, la sonrisa del nino que fui. Y recuerdo

un gobelino en donde se representaba una escena de caza. Y un

plato de metal en donde se representaba una cena con todos los

ornamentos que el caso requiere. Y mi sonrisa y mis temblores. Y

un ano despues, a la edad de catorce, entre en el seminario, y

cuando sali, al cabo de mucho tiempo, mi madre me beso la mano

y me dijo padre o yo crei entender que me Ilamaba padre y ante

mi asombro y mis protestas (no me Ilame padre, madre, yo soy

su hijo, le dije, o tal vez no le dije su hijo sino el hijo) ella se puso

a Ilorar o pusose a Ilorar y yo entonces pense, o tal vez solo lo

pienso ahora, que la vida es una sucesion de equivocos que nos

conducen a la verdad final, la unica verdad. Y poco antes o poco

despues, es decir dias antes de ser ordenado sacerdote o dias

despues de tomar los santos votos, conoci a Farewell, al famoso

Farewell, no recuerdo con exactitud donde, probablemente en su

casa, acudi a su casa, aunque tambien puede que peregrinara a su

oficina en el diario o puede que lo viera por primera vez en el club

del que era miembro, una tarde melancolica como muchas tardes

de abril en Santiago, aunque en mi espiritu cantaban los pajaros y

florecian los retonos, como dice el clasico, y alli estaba Farewell,

alto, un metro ochenta aunque a mi me parecio de dos metros,

vestido con un terno gris de buen pano ingles, zapatos hechos a

mano, corbata de seda, camisa blanca impoluta como mi propia

ilusion, mancuernas de oro, y un alfiler en donde distingui unos

signos que no quise interpretar pero cuyo significado no se me

escapo en modo alguno, y Farewell me hizo sentarme a su lado,

muy cerca de el, o tal vez antes me Ilevo a su biblioteca o a la

biblioteca del club, y mientras mirabamos los lomos de los libros

empezo a carraspear, y es posible que mientras carraspeaba me

mirara de reojo aunque no lo puedo asegurar pues yo no quitaba

la vista de los libros, y entonces dijo algo que no entendi o que mi

memoria ya olvido, y luego nos volvimos a sentar, el en un sillon,

yo en una silla, y hablamos de los libros cuyos lomos acababamos

de ver y acariciar, mis dedos frescos de joven recien salido del

seminario, los dedos de Farewell gruesos y ya algo deformes

como correspondia a un anciano tan alto, y hablamos de los libros

y de los autores de esos libros y la voz de Farewell era como la

voz de una gran ave de presa que sobrevuela rios y montanas y

valles y desfiladeros, siempre con la expresion justa, la frase que

se cenia como un guante a su pensamiento, y cuando yo le dije,

con la ingenuidad de un pajarillo, que deseaba ser critico literario,

que deseaba seguir la senda abierta por el, que nada habia en la

tierra que colmara mas mis deseos que leer y expresar en voz

alta, con buena prosa, el resultado de mis lecturas, ah, cuando le

dije eso Farewell sonrio y me puso la mano en el hombro (una

mano que pesaba tanto o mas que si estuviera ornada por un

guantelete de hierro) y busco mis ojos y dijo que la senda no era

facil. En este pais de barbaros, dijo, ese camino no es de rosas.

En este pais de duenos de fundo, dijo, la literatura es una rareza y

carece de merito el saber leer. Y como yo, por timidez, nada le

respondiera, me pregunto acercando su rostro al mio si algo me

habia molestado u ofendido. ÀNo seran usted o su padre duenos

de fundo? No, dije. Pues yo si, dijo Farewell, tengo un fundo

cerca de Chillan, con una pequena vina que no da malos vinos.

Acto seguido procedio a invitarme para el siguiente fin de semana

a su fundo, que se Ilamaba como uno de los libros de Huysmans,

ya no recuerdo cual, puede que A rebours o La-bas e incluso

puede que se Ilamara L'oblat, mi memoria ya no es lo que era,

creo que se Ilamaba La-bas, y su vino tambien se Ilamaba asi, y

despues de invitarme Farewell se quedo callado aunque sus ojos

azules permanecieron fijos en los mios, y yo tambien me quede

callado y no pude sostener la mirada escrutadora de Farewell,

baje los ojos humildemente, como un pajarillo herido, e imagine

ese fundo en donde la literatura si que era un camino de rosas y

en donde el saber leer no carecia de merito y en donde el gusto

primaba por encima de las necesidades y obligaciones practicas,

y luego levante la mirada y mis ojos de seminarista se encontraron

con los ojos de halcon de Farewell y asenti varias veces, dije que

iria, que era un honor pasar un fin de semana en el fundo del

mayor critico literario de Chile. Y cuando Ilego el dia senalado

todo en mi alma era confusion e incertidumbre, no sabia que ropa

ponerme, si la sotana o ropa de seglar, y si me decidia por la ropa

de seglar no sabia cual escoger, y si me decidia por la sotana me

asaltaban dudas acerca de como iba a ser recibido. Tampoco

sabia que libros Ilevar para leer en el tren de ida y de vuelta, tal

vez una Historia de Italia para el viaje de ida, tal vez la Antologia

de poesia chilena de Farewell para el viaje de vuelta. O tal vez al

reves. Y tampoco sabia que escritores (porque Farewell siempre

tenia escritores invitados en su fundo) me iba a encontrar en

La-bas, tal vez al poeta Uribarrena, autor de esplendidos sonetos

de preocupacion religiosa, tal vez a Montoya Eyzaguirre, fino

estilista de prosas breves, tal vez a Baldomero Lizamendi

Errazuriz, historiador consagrado y rotundo. Los tres eran amigos

de Farewell. Pero en realidad Farewell tenia tantos amigos y

enemigos que resultaba vano hacerse cabalas al respecto.

Cuando Ilego el dia senalado parti de la estacion con el alma

compungida y al mismo tiempo dispuesto para cualquier trago

amargo que Dios tuviera a bien infligirme. Como si fuera hoy

(mejor que si fuera hoy) recuerdo el campo chileno y las vacas

chilenas con sus manchas negras (o blancas, depende) pastando a

lo largo de la via ferrea. Por momentos el traqueteo del tren

conseguia adormecerme. Cerraba los ojos. Los cerraba tal como

ahora los cierro. Pero de golpe los volvia a abrir y alli estaba el

paisaje, variado, rico, por momentos enfervorizador y por

momentos melancolico. Cuando el tren Ilego a Chillan tome un

taxi que me dejo en una aldea Ilamada Querquen. En algo asi

como la plaza principal (no me atrevo a Ilamarla Plaza de Armas)

de Querquen, vacia de todo atisbo de personas. Pague al taxista,

baje con mi maleta, vi el panorama que me rodeaba y cuando ya

me volvia otra vez con la intencion de preguntarle algo al taxista o

de volver a subir al taxi y emprender el retorno apresurado a

Chillan y luego a Santiago, el auto se alejo de improviso, como si

esa soledad que algo tenia de ominosa hubiera despertado en el

conductor miedos atavicos. Por un momento yo tambien senti

miedo. Triste figura debi de componer parado en ese desamparo,

con mi maleta del seminario y con la Antologia de Farewell sujeta

en la mano. De detras de una arboleda volaron algunos pajaros.

Parecian chillar el nombre de esa aldea perdida, Querquen, pero

tambien parecian decir quien, quien, quien. Premuroso, rece una

oracion y me encamine hacia un banco de madera, para

componer una figura mas acorde con lo que yo era o con lo que

yo en aquel tiempo creia ser. Virgen Maria, no desampares a tu

siervo, murmure, mientras los pajaros negros de unos veinticinco

centimetros de alzada decian quien, quien, quien, Virgen de

Lourdes, no desampares a tu pobre clerigo, murmure, mientras

otros pajaros, marrones o mas bien amarronados, con el pecho

blanco, de unos diez centimetros de alzada, chillaban mas bajito

quien, quien, quien, Virgen de los Dolores, Virgen de la Lucidez,

Virgen de la Poesia, no dejes a la intemperie a tu servidor,

murmure, mientras unos pajaros minusculos, de colores magenta y

negro y fucsia y amarillo y azul ululaban quien, quien, quien, al

tiempo que un viento frio se levantaba de improviso helandome

hasta los huesos. Entonces, por el fondo de la calle de tierra, vi

una especie de tilburi o de cabriolet o de carroza tirada por dos

caballos, uno bayo y el otro pinto, que venia hacia donde yo

estaba, y que se recortaba contra el horizonte con una estampa

que no puedo sino definir como demoledora, como si aquel

carricoche fuera a buscar a alguien para Ilevarlo al infierno.

Cuando estuvo a pocos metros de mi, el conductor, un

campesino que pese al frio solo Ilevaba una blusa y una

chaquetilla sin mangas, me pregunto si yo era el senor Urrutia

Lacroix. No solo pronuncio mal mi segundo apellido sino tambien

el primero. Dije que si, que yo era quien el buscaba. Entonces el

campesino se bajo sin decir una palabra, puso mi maleta en la

parte trasera del carruaje y me invito a subir a su lado.

Desconfiado, y aterido por el viento gelido que bajaba de los

faldeos cordilleranos, le pregunte si venia del fundo del senor

Farewell. De alli no vengo, dijo el campesino. ÀNo viene de

La-bas?, dije mientras me castaneteaban los dientes. De alli si

vengo, pero a ese senor no lo conozco, respondio esa alma de

Dios. Comprendi entonces lo que debia haber sido obvio.

Farewell era el seudonimo de nuestro critico. Intente recordar su

nombre. Sabia que su primer apellido era Gonzalez pero no me

acordaba del segundo y durante unos instantes me debati entre

decir que yo era un invitado del senor Gonzalez, asi sin mayores

explicaciones, o callar. Opte por callar. Me apoye en el pescante

y cerre los ojos. El campesino me pregunto si me sentia mal. Oi

su voz, no mas alta que un susurro que el viento se Ilevo

enseguida, y justo entonces pude recordar el segundo apellido de

Farewell: Lamarca. Soy un invitado del senor Gonzalez Lamarca,

exhale en un suspiro de alivio. El senor lo esta esperando, dijo el

campesino. Cuando dejamos atras Querquen y sus pajaros lo

senti como un triunfo. En La-bas me esperaba Farewell junto a un

joven poeta cuyo nombre me era desconocido. Ambos estaban

en el living, aunque Ilamar living a aquella sala era un pecado, mas

bien se asemejaba a una biblioteca y a un pabellon de caza, con

muchas estanterias Ilenas de enciclopedias y diccionarios y

souvenirs que Farewell habia comprado en sus viajes por Europa

y el norte de Africa, amen de por lo menos una docena de

cabezas disecadas, entre ellas la de una pareja de pumas que el

padre de Farewell habia cazado personalmente. Hablaban, como

era de suponer, de poesia, y aunque cuando yo Ilegue

suspendieron el dialogo, no tardaron, tras mi acomodo en una

habitacion del segundo piso, en retomarlo. Recuerdo que aunque

tuve ganas de participar, tal como amablemente se me invito a

hacer, opte por el silencio. Ademas de interesarme por la critica

yo tambien escribia poemas e intui que enfrascarme en la alegre y

bulliciosa discusion de Farewell y el joven poeta seria como

navegar en aguas procelosas. Recuerdo que bebimos conac y

recuerdo que en algun momento, mientras revisaba los

mamotretos de la biblioteca de Farewell, me senti profundamente

desdichado. Cada cierto tiempo Farewell se reia con sonoridad

excesiva. Cada vez que prorrumpia en una de esas risotadas yo lo

miraba de reojo. Parecia el dios Pan, o Baco en su madriguera, o

algun demente conquistador espanol enquistado en su fortin del

sur. El joven bardo, por el contrario, tenia una risa delgada como

el alambre y como el alambre nerviosa, y su risa siempre iba

detras de la gran risa de Farewell, como una libelula detras de una

culebra. En algun momento Farewell anuncio que esperabamos

invitados para la comida de esa noche. Yo incline la cerviz y

aguce el oido, pero nuestro anfitrion quiso reservarse la sorpresa.

Mas tarde sali a dar un paseo por los jardines del fundo. Creo

que me perdi.

Praise

“Un maravilloso torrente de emoción, una meditación histórica brillante, una fantasía cautivadora. Nocturno de Chile es uno de esos raros y auténticos prodigios: una novela contemporánea destinada a ocupar para siempre un lugar en la literatura universal”. —Susan Sontag

“La posguerra chilena y la literatura imbuyen esta inteligente y ricamente evocadora novela. La narrativa febril de Bolaño y sus ocasionales toque surrealistas nos recuerdan a los clásicos latinoamericanos del Realismo Mágico”. —The New York Times

PRH Education High School Collections

All reading communities should contain protected time for the sake of reading. Independent reading practices emphasize the process of making meaning through reading, not an end product. The school culture (teachers, administration, etc.) should affirm this daily practice time as inherently important instructional time for all readers. (NCTE, 2019)   The Penguin Random House High

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PRH Education Translanguaging Collections

Translanguaging is a communicative practice of bilinguals and multilinguals, that is, it is a practice whereby bilinguals and multilinguals use their entire linguistic repertoire to communicate and make meaning (García, 2009; García, Ibarra Johnson, & Seltzer, 2017)   It is through that lens that we have partnered with teacher educators and bilingual education experts, Drs.

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PRH Education Classroom Libraries

“Books are a students’ passport to entering and actively participating in a global society with the empathy, compassion, and knowledge it takes to become the problem solvers the world needs.” –Laura Robb   Research shows that reading and literacy directly impacts students’ academic success and personal growth. To help promote the importance of daily independent

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